La posibilidad de que una nueva ola migratoria o que la mayor competencia por el talento se traduzca en pérdidas de capital humano aumenta el riesgo de las empresas. Es vital una sólida estrategia y evaluar modelos como el de organización ágil.
Víctor Salmerón
Mohamed Hassan Pixabay
En un entorno de bajas remuneraciones y mayor inestabilidad política, las empresas venezolanas se exponen a que una nueva ola migratoria o la competencia les arrebate parte del capital humano que necesitan para elevar la productividad, aumentar la cuota de mercado o detectar oportunidades.
Tras el colapso que redujo la economía a la cuarta parte, el ingreso de los trabajadores tocó piso e inició un ascenso que rápidamente perdió ímpetu. La consecuencia es que la remuneración total, incluyendo salarios y otras bonificaciones, sigue siendo de las más bajas de la región y el costo de la vida de los más altos.
José Adelino Pinto, director de la consultora Mercer, explica que en el sector privado, de acuerdo a los datos de junio, la compensación total se ubica en torno a 200 dólares al mes para los trabajadores de menor jerarquía y alrededor de 600 dólares en el caso de los profesionales.
Los profesionales con cargos de dirección como jefaturas o supervisores se acercan a los mil dólares y los gerentes a dos mil dólares, pero en el caso de pequeñas compañías los gerentes están en un rango de mil dólares.
El ingreso de la gran mayoría de los profesionales se traduce en una clase media derruida que ya no puede comprar un automóvil o en el caso de los jóvenes aspirar a una vivienda propia, mientras que los obreros sobreviven con una remuneración precaria.
De acuerdo con Ecoanalítica la canasta para alimentar a una familia de cuatro miembros se ubica en 550 dólares y al agregar otras necesidades como educación y servicios aumenta hasta 1.200 dólares.
Esperando el cambio
A las remuneraciones exiguas se añade una mayor conflictividad política. El Consejo Nacional Electoral, sin mostrar actas, declaró vencedor a Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio.
La oposición afirma que las actas en su poder demuestran el triunfo del candidato Edmundo González. La Unión Europea, Estados Unidos y la mayoría de los países de la región no han reconocido el triunfo de Maduro y exigen una auditoría imparcial.
El riesgo de una nueva ola migratoria está latente. Un estudio de la encuestadora Delphos, realizado entre el 5 y 11 de julio, señaló que siete de cada diez venezolanos consideraban necesario un cambio de gobierno y ante la pregunta de qué harían de continuar Maduro en el poder 12,8% señaló que buscaría la manera de emigrar.
Tomando en cuenta el estimado de la población actual esta proporción estaría en torno a dos millones y medio de personas con intención de salir del país.
Si bien no todos los que se muestran propensos a emigrar lo harán, es previsible que un número considerable de profesionales, técnicos y obreros especializados evalúe seriamente este paso.
Cuando un trabajador decide emigrar es poco lo que pueden hacer las empresas para retenerlo.
Vanesa Anderson, socia directora de Café Corporativo, explica que “si la persona siente que está corriendo riesgos quedándose en Venezuela va a emigrar independientemente de lo que la organización puede hacer; para las organizaciones es más complicado retener el talento en este sentido”.
José Adelino Pinto destaca que si bien puede pensarse en el tema del ingreso la decisión de emigrar también podría estar impulsada por el deseo de “más crecimiento, más oportunidades que a lo mejor aquí no los estoy consiguiendo”.
La emigración ya ha golpeado a las empresas venezolanas. Según ACNUR siete millones de venezolanos han emigrado a países como Colombia, Perú, Estados Unidos y Chile. Una porción importante son profesionales, técnicos y mano de obra con formación y experiencia.
La retención del talento
De concretarse una nueva ola migratoria aumentará la competencia por el talento que se mantenga en el país y para las empresas será fundamental contar con una sólida estrategia de retención.
Vanesa Anderson explica que “la remuneración en metálico es solo una parte de la compensación. Es necesario ofrecerles a los colaboradores la oportunidad de que se desarrollen en lo profesional y lo personal, darles estabilidad y que se sientan identificados con la cultura de la organización”.
Agrega que son importantes “las oportunidades de aprendizaje y de crecimiento donde haya formación continua. Que a los colaboradores se les delegue responsabilidades, que tengan autonomía en el trabajo, en la toma de decisiones”.
José Adelino Pinto destaca que “la generación más joven no quiere permanecer a largo plazo en las empresas, su idea es aprender, crecer, conectarse con un propósito y una vez lo alcanzan salen de la organización”.
“Pero cuando has generado una buena experiencia y creaste un contrato de vida para cada trabajador, que no es igual para todos sino que es diferenciado, personalizado y generaste lealtad, hay más probabilidades de que permanezcan en la empresa”, añade.
Organización ágil
La imagen de la máquina bien aceitada ya no es la apropiada para describir a las organizaciones más exitosas. En condiciones volátiles e inciertas lo deseable es desarrollar la destreza de un ser vivo que rápidamente se adapta a los cambios y detecta oportunidades.
De la estructura jerárquica, rígida, lenta, las empresas eficientes evolucionan a una red de equipos centrados en la combinación de habilidades, donde el líder cambia de acuerdo a las características de cada proyecto y la aptitud para innovar crea soluciones rentables, mejora procesos y diseña productos en el momento correcto al precio apropiado.
En Agile at scale, Darrell Rigby, Jeff Sutherland y Andy Noble describen a los equipos ágiles como unidades pequeñas y multidisciplinares que dividen en módulos los problemas complejos, desarrollan prototipos y soluciones e integran cada componente de forma coherente. Más que ajustarse a un plan se adaptan al cambio y se responsabilizan de resultados clave como crecimiento, rentabilidad y fidelidad de los clientes.
José Adelino Pinto explica que lentamente las empresas venezolanas están comenzando a adoptar este modelo.
“Lo notamos en organizaciones con mucha tradición. Asesoramos a una organización financiera que está migrando a esta estructura y en empresas de tecnología se están creando células de innovación con un pool de profesionales donde todos aportan al proyecto”, dice.
“La estructura ágil te permite obtener el mejor provecho de cada talento desde el punto de vista de sus habilidades”, agrega.
La productividad
Lejos de llevar al país hacia una mayor estabilidad, las pasadas elecciones presidenciales han sumergido a Venezuela en una crisis política que aleja la posibilidad de una recuperación vigorosa de la economía y de una mejora sustancial del ingreso de los trabajadores.
Es previsible un mayor aislamiento internacional, poca inversión extranjera y que se extienda la imposibilidad de obtener financiamiento de los organismos multilaterales y de refinanciar la deuda externa.
La consecuencia sería una economía con bajo crecimiento y poca capacidad de generar ingresos crecientes para ser distribuidos al sector laboral.
Las empresas producen bienes, como alimentos o textiles y servicios, como alquileres o consultas médicas. Al venderlos, obtienen ingresos que entre otras cosas sirven para pagar salarios. Por esta razón, cuando se produce poco hay menos holgura para aumentar las remuneraciones.
Los datos provenientes de la manufactura privada son elocuentes. Al cierre de junio las empresas de sectores como alimentos, textiles, químico, metales y plástico, entre otros, solo utilizan en promedio 39% de su capacidad instalada, una magnitud bastante baja respecto a países como Colombia, Brasil y Perú donde supera 60%.
Conindustria
Entre las causas que limitan la producción, los empresarios destacan excesiva carga tributaria, falta de financiamiento, baja demanda, competencia de productos importados, el entorno macroeconómico y la precariedad de los servicios básicos como electricidad.
La economía da vueltas en un círculo vicioso: la poca producción en las empresas y la caída de los ingresos del sector público conduce a remuneraciones bajas y a un consumo muy limitado que no permite un alza importante de la producción y la inversión.
Expertos consideran que sin un gobierno reconocido capaz de aplicar un programa de reestructuración de la deuda externa para reabrir la puerta del financiamiento internacional, realizar una apertura del sector petrolero y recibir crédito de los multilaterales para superar las deficiencias de servicios públicos, difícilmente la economía ingresará en una fase de estabilización expansiva.
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