Se dibuja un escenario de inercia o declive en el que sigue cerrada la puerta de los multilaterales, la inversión extranjera es ínfima y no hay posibilidad de reestructurar la deuda externa. Crece el riesgo de otra ola migratoria.
Víctor Salmerón
Prensa presidencial
Lejos de llevar al país hacia una mayor estabilidad, las elecciones presidenciales han sumergido a Venezuela en una crisis política que aleja la posibilidad de una recuperación vigorosa de la economía y amenaza con un ciclo de inercia o caída y mucha exclusión.
Comienza a dibujarse un escenario de mayor aislamiento internacional con la posibilidad de nuevas sanciones. Además, todo apunta a que seguirá cerrada la puerta de los multilaterales y que la inversión extranjera continuará a ras de piso con un gobierno atrincherado en el poder mientras la oposición lucha por mantener viva la protesta.
Bajo el argumento de un ataque a sus sistemas, el órgano electoral proclamó reelecto a Nicolás Maduro sin publicar actas y detallar las cifras por centro de votación. La oposición afirma tener las actas que demuestran el triunfo de su candidato Edmundo González.
Maduro acudió al Tribunal Supremo de Justicia, controlado por su partido, para que dirima el conflicto. El escepticismo es enorme. El Centro Carter, en un comunicado contundente afirmó que la elección “no puede ser considerada como democrática” y que no está en condiciones de “verificar o corroborar la autenticidad de los resultados”.
Estados Unidos, al igual que otros siete países, reconoció a Edmundo González como ganador y una larga lista pide un escrutinio transparente e imparcial que constate si ha habido un fraude electoral.
Concentración de la oposición tres de agosto/ Vente
La encrucijada
El escenario no es nuevo. Tras la muerte de Hugo Chávez en 2013 Maduro obtuvo una cerrada victoria y en 2018 se reeligió mediante elecciones cuestionadas por la Unión Europea, la mayoría de los gobiernos de América Latina y Estados Unidos, que además aplicó sanciones.
Tras la implosión de los controles, la recesión que redujo el tamaño de la economía a la cuarta parte, la hiperinflación y el impacto de las sanciones, Maduro permitió la libre circulación del dólar y aplicó un severo ajuste que ha traído una estabilización en el fondo con una economía encapsulada en sectores de baja productividad y concentrada en el centro del país.
El país necesita crecer a altas tasas de manera sostenida y para ello es vital la inversión masiva en petróleo y financiamiento de los multilaterales para remediar, entre otras cosas, la crisis del sector eléctrico que pone un techo bajo a la producción. Además es necesario reestructurar la deuda externa para recuperar el acceso al crédito internacional.
José Manuel Puente, profesor del IESA, explica que un gobierno no reconocido “no va a poder reconectarse con los multilaterales y reestructurar la deuda externa” que solo por bonos de la República, Pdvsa y La Electricidad de Caracas tiene un atraso en el pago de capital e intereses de 61 mil millones de dólares.
“No vas a contar con la credibilidad para atraer flujos de inversión extranjera en montos importantes que te ayuden a impulsar el crecimiento, la economía va a continuar con un desempeño muy por debajo de su potencial”, añade.
Síntesis Financiera
Proyecciones de Ecoanalítica indican que de tener la capacidad para poner en marcha un ajuste exitoso, en diez o doce años la economía podría regresar al PIB promedio de 2010-2012. Con un gobierno aislado y sancionado tomaría cuando menos veinte años.
Pedro Palma, miembro de la Academia de Ciencias Económicas, afirma que la permanencia de Maduro en el poder tras unas elecciones cuestionadas crea un escenario donde “veo pocas posibilidades de crecimiento con un probable endurecimiento de las sanciones y sin credibilidad para captar inversión extranjera”.
La administración de Nicolás Maduro tiene el apoyo de países como China, Rusia e Irán, pero se trata de una relación centrada en lo político. China, por ejemplo, ha otorgado facilidades para el pago de la deuda, en torno a 15 mil millones de dólares, pero no ha otorgado nuevo financiamiento.
En una economía en silla de ruedas continuará la cotidianidad de pensiones simbólicas, trabajadores públicos con salarios precarios y ausencia de garantías sociales. De acuerdo con un estudio de Ecoanalítica, que mide el ingreso individual, 45% de los venezolanos percibe 100 dólares al mes y solo 7% más de 600 dólares.
El éxodo
La sociedad donde los pobres se quedan sin oportunidades y sufren las consecuencias del deterioro en la salud y la educación pública, con una clase media proletaria que mira desde muy abajo a la pequeña capa de alto ingreso convirtió a Venezuela en un país de emigración.
Según ACNUR siete millones de venezolanos han emigrado a países como Colombia, Perú, Estados Unidos y Chile. La perspectiva de que no habrá cambio político amenaza con aumentar el flujo de venezolanos hacia el exterior.
El estudio de opinión pública de la encuestadora Delphos indica que antes de las elecciones siete de cada diez venezolanos consideraban necesario un cambio de gobierno y ante la pregunta de qué harían de continuar Maduro en el poder 12,8% señaló que buscaría la manera de emigrar.
Producción petrolera
La falta de inversión, la corrupción rampante y el despido de personal calificado creó un ciclón destructivo que se agravó por las sanciones de Estados Unidos y socavó las bases de la industria petrolera, la principal fuente de dólares del país.
En 1999, al llegar el chavismo al poder, Venezuela extraía diariamente 3,1 millones de barriles de petróleo y al cierre de junio de este año, de acuerdo a las fuentes secundarias que utiliza la OPEP, solo 851 mil: un declive que sitúa la producción en niveles cercanos a los de 1945.
OPEP
Las sanciones de Estados Unidos limitan las inversiones en petróleo y obligan a vender barriles a través de intermediarios con descuentos importantes, pero hay matices.
En noviembre de 2022 Estados Unidos permitió a Chevron producir y exportar petróleo desde Venezuela gracias a lo cual la producción ha aumentado lentamente. En mayo de este año emitió licencias similares a empresas como Repsol, ENI y Maurel & Prom.
No obstante, el interés principal de estas empresas es cobrar lo que les debe Pdvsa, la empresa petrolera del Estado. Juan Szabo, asesor de compañías petroleras, explica que en el entorno actual “el riesgo país subirá reflejando la inestabilidad del régimen y las inversiones serán reducidas al mínimo necesario para recuperar la deuda pendiente”.
Eurasia Group considera que la administración de Joe Biden recurrirá a nuevas sanciones en el plano personal y mantendrá las licencias que ha otorgado en el sector petrolero, pero fuentes del sector observan poco probable que otorgue nuevas facilidades.
En este momento solo hay cuatro taladros de perforación activos y la producción podría aumentar, pero a un ritmo muy lento.
El Plan País, una hoja de ruta para la recuperación diseñada por expertos en distintas áreas considera que Venezuela necesitaría captar inversiones por 100 mil millones de dólares para aumentar la producción hasta tres millones de barriles diarios en ocho años. En el entorno actual esta posibilidad luce remota.
Presión cambiaria
En lo que va de año el gobierno ha mantenido fija la cotización del dólar enviando una señal que le resta potencia al aumento de los precios, pero al costo de generar un desequilibrio creciente que podría hacer erupción en el corto o mediano plazo.
BCV
Para anclar al dólar el gobierno dosifica la cantidad de bolívares que circula en la economía a fin de que haya menos dinero para comprar dólares. Básicamente, mantiene controlada la llave del gasto público y restringe el crédito obligando a la banca a engavetar más de dos tercios de los depósitos.
Al mismo tiempo, el Banco Central vende dólares para sostener la oferta. El problema es que un tipo de cambio anclado con una inflación que ha perdido impulso, pero es elevada, tiene consecuencias: mientras el precio del dólar no varía, todo lo demás se encarece y el dólar se vuelve barato.
La demanda está aumentando y el Banco Central se ha visto forzado a vender más dólares en momentos en que sus reservas se encuentran en mínimos históricos.
El tipo de cambio oficial es de 36,5 bolívares por dólar y la tasa real, la que se ajusta por inflación utilizando un modelo de paridad de compra, está en 120 bolívares por dólar. Esto indica que el gobierno ha postergado más de lo prudente el ajuste cambiario y la devaluación podría aparecer en escena en lo que resta de año.
El informe de FocusEconomics, que incluye las proyecciones de 18 bancos y consultoras como Moody's Analytics, UBS y BancTrust indica que, en promedio, se espera que el tipo de cambio culmine este año en 64,3 bolívares por dólar.
El fin de la inamovilidad del dólar impulsaría el alza de los precios, aunque no comprometería la meta del gobierno de cerrar este año con una inflación anual de dos dígitos.
En promedio las estimaciones recopiladas por FocusEconomics estiman que la inflación cerrará este año en 89%, una baja indudable respecto a 189% en 2023, pero sería la inflación más elevada de América Latina después de Argentina.
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