La economía entra en una fase de mayor inestabilidad, la moneda cae frente al dólar y se acelera la inflación. La Academia de Ciencias Económicas advierte sobre "una merma creciente de la capacidad adquisitiva de la población".
Víctor Salmerón
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La devaluación del bolívar, la aceleración de la inflación y el descenso de las reservas internacionales dejó en claro que el período de relativa estabilización de la economía quedó atrás y para los venezolanos el vértigo está de vuelta.
En las últimas ocho semanas el bolívar perdió valor continuamente y la cotización del dólar acumuló un salto de 29% que comenzó a trasladarse a la inflación. Al mismo tiempo, el descenso de las reservas internacionales aumentó la fragilidad y alejó la posibilidad de estabilizar la moneda.
Durante nueve meses la administración de Nicolás Maduro ancló el tipo de cambio oficial y la estabilidad del dólar ayudó de manera decisiva a restarle potencia al incremento de los precios, pero el ancla se resquebrajó y el tipo de cambio escaló desde 36,8 bolívares por dólar a inicios de octubre hasta 47,6 bolívares al cierre de esta semana.
El despegue del dólar encareció las importaciones y envió una señal de inestabilidad que las empresas y los comercios comienzan a trasladar a los precios. El Banco Central reporta que en octubre la inflación escaló 4%; el mayor incremento de los últimos doce meses.
El malestar bimonetario está presente. Las empresas y los comercios utilizan al dólar para fijar los precios, por lo tanto, un dólar más caro rápidamente se traduce en más bolívares por cada producto.
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Sin confianza
La demanda de dólares comenzó a crecer en octubre una vez que el gobierno aumentó el gasto a través de distintas partidas, como pagos de deuda a contratistas y bonos a los trabajadores para compensar en algo el ínfimo monto de los salarios en el sector público.
Rápidamente los bolívares fueron empleados para consumir y culminaron en la caja de comercios y empresas, que los emplearon para comprar dólares lo antes posible porque tras años de hundimiento del bolívar no hay confianza en la moneda.
El dinero no es papel, metal u operaciones electrónicas, es fe en las instituciones que lo respaldan y los venezolanos ya no quieren atesorar bolívares; por lo tanto, el aumento de los bolívares en la economía deriva en mayor demanda de dólares.
“El gobierno está entrampado porque si quiere controlar la inflación tiene que anclar el tipo de cambio y para anclar el tipo de cambio no puede permitir que aumente la oferta monetaria porque esa mayor disponibilidad de bolívares se traslada a la compra de dólares y presiona el tipo de cambio”, dice Pedro Palma, miembro de la Academia de Ciencias Económicas.
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Oferta insuficiente
Para tratar de mantener el anclaje, el Banco Central aumentó la oferta de dólares. La consultora Síntesis Financiera indica que al contrastar enero-noviembre de este año con el mismo lapso de 2023 la oferta se elevó 22%, pero no fue suficiente para satisfacer la demanda.
Ante los largos tiempos de espera para comprar dólares en el mercado oficial los compradores comenzaron a acudir en mayor medida al mercado paralelo, que funciona a través de mesas de cambio del sector privado.
Tras el aumento de la demanda el tipo de cambio escaló rápidamente y se distanció del tipo de cambio oficial, creándose una brecha de 20% que amplificó las distorsiones.
Un reporte de la Academia de Ciencias Económicas indica que “la brecha que se forma entre la tasa del tipo de cambio oficial y la de mercado se amplió por la presión de la demanda y no pudo ser cubierta por las autoridades a pesar de las múltiples intervenciones del Banco Central, un síntoma de la desconfianza que tiene la ciudadanía”.
Para tratar de disminuir la cantidad de bolívares que se desplaza a la compra de dólares el Banco Central también aumentó la emisión de bonos cubiertos contra el riesgo de devaluación. La idea es que las empresas inviertan sus fondos en estos instrumentos en vez de comprar dólares en el mercado paralelo.
La deuda del Banco Central por estos bonos aumentó 170% entre mayo y octubre hasta alcanzar el equivalente a 688 millones de dólares, pero la inestabilidad sigue presente.
Reservas en descenso
Las reservas internacionales, el tanque que el Banco Central administra y permite pagar importaciones, cancelar deuda y respaldar la oferta de divisas, se redujo en 592 millones de dólares en los últimos dos meses.
“Esta evolución de las reservas refleja la puesta al día de la liquidación de las operaciones de intervención y la fuerte intervención cambiaria en efectivo”, dice un reporte de la consultora Síntesis Financiera.
Un elemento clave es que el Banco Central informa que al cierre de esta semana las reservas internacionales suman 10 mil 274 millones de dólares, pero en realidad solo puede utilizar un tercio de este monto.
Como el Fondo Monetario Internacional no reconoce como legítimo al gobierno de Nicolás Maduro no hay acceso a los Derechos Especiales de Giro y tampoco hay control sobre 31 toneladas de oro depositadas en el Banco de Inglaterra.
La consecuencia es que las reservas disponibles solo incluyen las barras de oro que el Banco Central tiene en sus bóvedas con un valor de mercado de 2 mil 100 millones de dólares y la porción de divisas, que tras la caída de las últimas semanas, se ubica en torno a 800 millones de dólares, una cantidad ínfima.
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La volatilidad
La posibilidad de que el gobierno logre una pronta estabilización del tipo de cambio luce complicada. En lo que resta de año tiene pendiente el pago de bonos a los trabajadores, que han sido aumentados recientemente, y aguinaldos.
Además el gasto del gobierno es bastante rígido y las iniciativas para reducirlo, como la venta de empresas públicas al sector privado, tomará tiempo y nada garantiza que sea exitosa.
Por el lado de la oferta de divisas el escenario también luce complicado. A la debilidad de las reservas internacionales se añade la imposibilidad de obtener financiamiento de los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional o del mercado financiero en el exterior.
Pedro Palma explica que “es muy difícil que el gobierno pueda mantener un anclaje del tipo de cambio. Las reservas internacionales son muy bajas, tampoco hay acceso al financiamiento de los organismos multilaterales y la posibilidad de reestructurar la deuda externa para normalizar el acceso al mercado financiero internacional se ve muy distante en 2025”.
A esto se añade la posibilidad de que Washington endurezca las sanciones y revoque las licencias que han permitido que empresas petroleras como Chevron aumenten sus operaciones y vendan dólares en el mercado cambiario para cubrir gastos en bolívares.
Nueva normalidad
El escenario es que continúe la aceleración de la inflación y la caída del bolívar. El promedio de las 18 proyecciones de Latin Focus que incluye la de consultoras y bancos como Dinámica, Síntesis Financiera y UBS se ubicó, en el caso del tipo de cambio oficial, en 54 bolívares por dólar al cierre del año y para la inflación, un salto de 43,4%.
Gracias a que el gobierno recurre en menor medida a la emisión de dinero, a que el recorte del gasto si bien se ha relajado sigue presente en distintas áreas y a las restricciones al crédito, que obligan a los bancos a engavetar más de dos tercios del dinero que gestionan, la inflación se está acelerando pero culminará el año muy por debajo del 189% registrado en 2023.
No obstante, la inflación venezolana sigue siendo de las más elevadas en América Latina.
El reporte de la Academia de Economía señala que todo apunta “a un recrudecimiento inflacionario, manteniendo al país como de los más afectados por este flagelo en la región latinoamericana y por ende, a una merma creciente de la capacidad adquisitiva de la población. A ello se suma una retracción de la inversión ante la inestabilidad política”.
El promedio de las proyecciones que Latin Focus incluye en su informe es que en 2025 el tipo de cambio cerrará en 95 bolívares por dólar y la inflación será de 55%.
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