La reunión entre Grenell y Maduro refleja el pragmatismo de Trump, quien privilegia la liberación de estadounidenses y la deportación de inmigrantes. Sin embargo, aún no está definido si estos objetivos prevalecerán en las negociaciones.
Víctor Salmerón

Richard Grenell se reúne con Nicolás Maduro
Richard Grenell, el negociador de crisis del presidente Donald Trump, regresó de Venezuela con seis prisioneros estadounidenses liberados tras una sorpresiva reunión con Nicolás Maduro. El encuentro se produjo con la renovación de la licencia de Chevron por parte de Washington como telón de fondo, una licencia que se ha convertido en una fuente de petrodólares para el régimen de Maduro.
Estados Unidos y una larga lista de países acusan a Maduro de cometer fraude electoral en las pasadas elecciones presidenciales, pero el encuentro dejó en claro que la administración de Donald Trump está dispuesta a negociar o al menos a mantener un puente que le permita alcanzar dos objetivos: la deportación de venezolanos y la liberación de estadounidenses presos en Caracas.
En lo inmediato el primero de febrero la licencia se extendió automáticamente por seis meses y si bien Trump y su equipo no han señalado claramente qué harán en el mediano o largo plazo, una opción que se abre tras la reunión en Caracas es que Trump mantenga las cosas como están.
Al fin y al cabo, dicen fuentes cercanas a las conversaciones, de esta forma obtiene lo que más le preocupa en este momento y conserva la carta de las licencias para futuras negociaciones.
El lobby de Chevron también juega. El presidente de la empresa, Mike Wirth, envió a la Casa Blanca el mensaje que esta semana repitió al Financial Times: “En Venezuela en particular, lo que se ha visto cuando los países occidentales se han ido, es que las empresas chinas y rusas han aumentado su presencia”.
Mike Wirt intensificó el lobby después de que el secretario de Estado, Marco Rubio, afirmó durante su audiencia de confirmación en el Senado, al ser interrogado sobre Venezuela, que “ahora tienen licencias generales, donde empresas como Chevron están aportando miles de millones de dólares a las arcas del régimen, y el régimen no ha cumplido ninguna de las promesas que hizo. Así que todo esto debe ser reexplorado”.
La estupidez de Biden
La posición de Marco Rubio, ya ratificado como secretario de Estado, es una muestra de que no es descartable la línea dura; de hecho, mientras Grenell volaba desde Caracas a Estados Unidos, el propio Donald Trump se encargaba de señalar que estudiará qué se puede hacer “para enderezar la situación en Venezuela”.
“He sido un gran opositor de Venezuela y de Maduro, no nos han tratado muy bien pero, más importante, han tratado muy mal a su población”, agregó desde el Despacho Oval.
La licencia a Chevron fue otorgada durante la administración de Joe Biden, quien esperaba obtener a cambio unas elecciones presidenciales justas. Sin embargo, Maduro fue proclamado vencedor en julio del año pasado sin ninguna prueba del escrutinio, mientras que las actas en poder de la oposición reflejan el triunfo de su candidato, Edmundo González.
A este respecto Trump indicó que “Biden fue y compraron millones de barriles de petróleo. No voy a permitir que vuelva a pasar algo así de estúpido”.
“Me sorprendió mucho ver que Biden aceptó comprar una gran cantidad de petróleo a Venezuela, porque Venezuela estaba a punto de librarse del dictador. Y cuando eso sucedió, lo revivió”, añadió Trump.
Al mismo tiempo Mauricio Claver-Carone, enviado especial de Estados Unidos para América Latina, le bajó preponderancia a la reunión de Richard Grenell con Nicolás Maduro y afirmó que “no es negociable. No es un cambio. Los rehenes que tiene Maduro tienen que ser liberados de forma inmediata. No cambia nuestra posición sobre Venezuela y nuestra demanda de democracia”.
Petrodólares en la caja
Washington, al igual que con las elecciones de 2024, consideró ilegítima la reelección de Nicolás Maduro en 2018 y aplicó sanciones. En 2022 la administración de Joe Biden emitió la licencia 41 que le permitió a Chevron retomar sus operaciones en Venezuela y exportar petróleo a Estados Unidos.
Actualmente Chevron produce petróleo a través de cuatro empresas en las que está asociada con Pdvsa, la petrolera del estado venezolano, y extrae 200 mil barriles diarios, una cifra que prácticamente equivale a la cuarta parte de la producción total del país.
Si Donald Trump tomara una línea dura y revocara la licencia habría un impacto inmediato porque las refinerías estadounidenses dejarían de comprar barriles provenientes de Venezuela.
El gobierno de Maduro podría recolocar los barriles en otros mercados, pero como las sanciones también abarcan a empresas extranjeras que tienen operaciones en Estados Unidos, tendría que hacerlo a través de intermediarios que exigen un descuento en el precio para revenderlos en Asia.
Barclays estima que la pérdida por el descuento estaría en el orden de 1.500 millones de dólares en un año, una cifra que equivale a un tercio de toda la oferta de divisas en el mercado cambiario venezolano.
Un contrato oculto
De acuerdo con la Ley de Hidrocarburos venezolana, las empresas extranjeras como Chevron están obligadas a asociarse en una proporción minoritaria con Pdvsa y no pueden por sí solas producir y comercializar petróleo.
No obstante, fuentes señalan que Pdvsa firmó un contrato en el que cede parte de sus derechos exclusivos a Chevron. ¿Cómo el gobierno de Maduro hizo un contrato que viola la Ley de Hidrocarburos? Todo apunta a que lo hizo basándose en la Ley Antibloqueo, aprobada en 2020 por la Asamblea Constituyente que en la práctica dejó sin efecto el triunfo de la oposición en las elecciones parlamentarias de 2015.
La Ley Antibloqueo permite que el gobierno de Maduro deje de aplicar leyes y firme contratos que puede mantener en secreto, como es el caso del contrato firmado con Chevron.
Paradójicamente la administración de Joe Biden consideró a la Asamblea Constituyente, que aprobó la Ley Antibloqueo, como “el producto ilegítimo de un proceso irregular, que fue concebido por la dictadura de Maduro para avanzar con su avasallamiento de la democracia”.
Maduro aspira a comenzar de cero
Tras la reunión con el enviado de Donald Trump, Nicolás Maduro abogó por un “nuevo inicio” en las relaciones de Venezuela con Estados Unidos para que lo que “haya que rectificar se rectifique” y lo que “haya que hacer se haga”.
“Puedo decir que -la reunión- fue positiva (...) Hay temas donde hemos llegado a unos primeros acuerdos y como se cumplan se abrirán nuevos temas, ojalá, para nuevos acuerdos”, dijo Maduro durante un discurso en la apertura del año judicial.
“Le decimos al presidente Donald Trump: hemos dado un primer paso. Ojalá se pueda sostener, nosotros queremos sostenerlo”, añadió el mandatario.
En un comunicado, el gobierno venezolano afirmó que en el encuentro “se abordaron temas de impacto negativo de sanciones económicas contra Venezuela, ciudadanos estadounidenses incursos en delitos en territorio nacional e integridad del sistema político. Se ratificó la necesidad de darle un giro a las relaciones”.
Además, afirmó que en la reunión “se planteó la construcción de la Agenda Cero para un nuevo comienzo en las relaciones bilaterales”.
La reunión entre Grenell y Maduro sugiere que las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela podrían dar un giro, no obstante, la imprevisibilidad de Trump deja en el aire cualquier certeza sobre los próximos pasos.
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