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Venezuela se enfrenta a una deuda enorme y complicada de reestructurar

El capital vencido y los intereses demorados por bonos de la República, Pdvsa y La Electricidad de Caracas suman 58 mil millones de dólares.


Víctor Salmerón


Maduro deuda externa

Prensa Presidencial


Nicolás Maduro ha dado el primer paso para tratar de reestructurar la gigantesca deuda externa contraída por el chavismo y que Venezuela no paga desde noviembre de 2017, acumulando una pesada mora de capital e intereses que la mantiene desterrada del crédito internacional.


Bloomberg reportó que el gobierno contrató como asesor al banco de inversión Rothschild en lo que será un intricado proceso por la cantidad de acreedores, la legalidad de la deuda, diversidad de contratos, las relaciones rotas con el Fondo Monetario Internacional y las sanciones de Estados Unidos.


En vista de que no puede pagar, la meta ideal para Venezuela sería lograr una reducción del monto de la deuda, plazos más largos, apoyo de los organismos multilaterales y nuevo financiamiento para iniciar la reconstrucción del país.


Cuando Hugo Chávez llegó a la presidencia en 1999 la deuda externa sumaba 28 mil millones de dólares. Hoy, en vista de la opacidad de las cifras, hay distintas estimaciones pero todas arrojan que la carga, al menos, se cuadruplicó.


En agosto de 2019 la Subcomisión de Crédito y Deuda Pública de la Asamblea Nacional elegida en 2015 redactó un informe que contó con el aporte de Ecoanalítica y distintas fuentes oficiales. Esta investigación determinó un monto de 130 mil millones de dólares.


En noviembre de 2019 el Growth Lab de la Escuela Kennedy en la Universidad de Harvard cuantificó la deuda en 140 mil millones de dólares.


Estas dos estimaciones incluyen, entre otras obligaciones, bonos emitidos por la República y Pdvsa, deuda con el Club de París, con China, con Rusia y reclamos de multinacionales por expropiaciones.


Carga inútil

Paradójicamente durante la gestión de Hugo Chávez y durante los años en que el país recibió una fortuna colosal por los altos precios del petróleo, el país se endeudó a un ritmo frenético y el dinero obtenido no cumplió con el objetivo de mejorar la infraestructura, aumentar la producción de petróleo o diversificar las exportaciones.


El chorro de petrodólares, proveniente de la deuda y la venta de crudo, desapareció en mantener una economía ineficiente, subsidios, la expansión continental del socialismo del siglo XXI y la corrupción rampante.


El grueso de la deuda está en los bonos. La consultora Síntesis Financiera precisa que por los bonos emitidos por la República, Pdvsa y La Electricidad de Caracas, el país debe 92 mil millones de dólares al tomar en cuenta el capital y los intereses en mora.


El capital vencido y los intereses demorados sumaban, al cierre de la semana pasada, 58 mil millones de dólares.


Síntesis Financiera


La deuda de Pdvsa es ilustrativa en cuanto a la inutilidad de la carga. En 1999 la empresa producía tres millones de barriles diarios y tenía una deuda bastante baja. Durante la gestión de Hugo Chávez la deuda de la empresa, solo por concepto de bonos, se multiplicó por ocho, pero la producción no aumentó en un solo barril.


Un aspecto relevante en una futura reestructuración, que busque modificar las condiciones de plazos y montos de los bonos, es que en buena parte de ellos los contratos contemplan que las condiciones solo pueden modificarse con el consentimiento unánime de los inversionistas.


En algunos casos los bonos cuentan con una cláusula que permite la modificación de las condiciones con la aprobación de la mayoría calificada de los inversionistas.


OPEP


Peso global

El impago de la deuda venezolana es relevante en el mercado global. Un informe de David Beers y tres investigadores del Banco de Canadá, que cuantifica la cesación de pagos en el mundo, afirma que en 2022 Venezuela, Puerto Rico y Sudán tenían una mora que representaba un tercio del monto total.


Un elemento clave para avanzar en los pasos previos a la reestructuración es determinar cuáles obligaciones tienen la documentación exigida y cumplen con lo previsto en la ley que regula el crédito público en Venezuela. Fuentes cercanas al gobierno se muestran preocupadas.


Por ejemplo, estas fuentes explican que para pagar facturas pendientes con algunas empresas Pdvsa emitió pagarés en dólares que estas empresas vendían en el mercado secundario para obtener las divisas.


Como al vender el pagaré en el mercado secundario la empresa recibía un monto inferior, porque tenía que venderlo con un descuento, Pdvsa emitió los pagarés por un monto mayor al de la deuda original, algo que puede generar problemas al momento de documentar estas obligaciones.


A este tipo de inconvenientes se añade la diversidad de acreedores. Con el Club de París, como se conoce al mecanismo que agrupa a 22 naciones que pueden acordar renegociar en forma conjunta la deuda de países con problemas de pago, Venezuela tiene créditos por ocho mil millones de dólares.


A esto se añaden deuda con organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo, acreedores favorecidos por tribunales y laudos arbitrales a raíz de expropiaciones y confiscaciones, proveedores, entidades financieras, deuda con países como Rusia y muy importante, con China.


Negociador duro

Según la Base de Datos de Financiación China-América Latina del Diálogo Interamericano y la Universidad de Boston, Venezuela ha recibido por parte de China 62 mil millones de dólares en financiamiento y la deuda vigente se estima en torno a 15 mil millones de dólares.


El financiamiento se dilapidó. Faraónicos proyectos ferroviarios hoy son ruinas.  Venezuela paga la deuda con envíos de petróleo y por ahora no ha habido anuncios de nuevos créditos.


“En los últimos años a través de la cooperación amistosa se ha reajustado el reembolso aliviando la carga de pago de Venezuela”, dijo el presidente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, Zheng Shanjie en septiembre del año pasado.


Un detalle a tomar en cuenta es que en la renegociación de la deuda de países como Zambia, inicialmente China buscó una negociación bilateral, no en el marco de un acuerdo conjunto con el resto de los acreedores. Su postura hacia Venezuela en caso de una reestructuración puede resultar clave.


La deuda con China se estima en 15 mil millones de dólares


Plan integral

Economistas coinciden en que para Venezuela es vital una reestructuración de la deuda externa que contemple una reducción del monto y los intereses, así como el acceso a nuevo financiamiento.


En su ponencia en el Congreso de la Academia de Ciencias Económicas, Carlos Hernández Delfino, quien se desempeñó como embajador plenipotenciario para la negociación de la deuda externa en 1990-1992, delineó la ruta a seguir.


Afirmó que se requiere un programa de recuperación, estabilización y reformas que debe incluir el tema de la deuda externa y que requerirá el apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI) y los organismos multilaterales.


En este contexto el FMI elaboraría el análisis de sostenibilidad para determinar el nivel de deuda que debe ser reducido. Esto daría paso a una reestructuración que le permitiría al país atender sus compromisos con los acreedores y reinsertarse en los mercados internacionales de capital para financiar su recuperación.


La política

Tras la muerte de Hugo Chávez en 2013 Nicolás Maduro obtuvo una cerrada victoria y en 2018 se reeligió mediante elecciones cuestionadas por la Unión Europea, la mayoría de los gobiernos de América Latina y Estados Unidos, que además aplicó sanciones.


Como parte de las sanciones sigue vigente la prohibición de que los inversores estadounidenses compren deuda venezolana recién emitida, algo que entorpecería cualquier intento de reestructuración.


Estados Unidos flexibilizó las sanciones, pero ante el poco avance en las condiciones electorales de las elecciones presidenciales a celebrarse el próximo 28 de julio restituyó parte de las mismas el pasado 17 de abril.


Una elección creíble de donde surja un gobierno reconocido es fundamental para que el país pueda avanzar en un programa de estabilización con apoyo del Fondo Monetario Internacional, que mejore sus perspectivas y facilite la reestructuración de la deuda.


De acordar un programa con el FMI bajo la modalidad de Extended Fund Facility, por ejemplo, Venezuela podría recibir un máximo de 600% de su cuota, es decir, 29 mil millones de dólares que servirían para incrementar las ínfimas reservas internacionales del país.


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